sábado, 10 de septiembre de 2011

Capitulo 1 Parte 1

                                     4 de noviembre [07:09 a.m.]


Lena se despertó con la caída de los primeros copos de nieve.
Bostezó abriendo demasiado la boca y después de contemplar el exterior por la ventana que tenía en frente, volvió a taparse y decidió dormir algo más.

Hacía ya dos meses que llevaban viviendo en aquella ciudad tan bulliciosa. Todo el mundo tenía prisa siempre, todo el mundo se hablaba rápido y a gritos, todo el mundo no tenía tiempo para nada. Cuántas hipérboles. Pero más o menos así era su nuevo hogar al que se tendría que acostumbrar. Comparado con su antigua casa… ¡Cómo echaba de menos aquel lugar tan tranquilo en Escandinava! Pero no, tendría que dejar a un lado esa nostalgia ya que así lo había deseado ella. Aunque le pagaran millones, había jurado que nunca y nunca quiere decir nunca volvería a aquel sitio.

Llamaron a la puerta y la señora Wellington, una mujer de unos cuarenta y pocos, con no demasiadas arrugas pero con cara de cansada, entró en la habitación. En una mano traía un cuenco de agua caliente y en la otra, el nuevo uniforme que minutos después vestiría Lena.
Lena se incorporó e hizo ascos a su nueva horrible y diaria vestimenta. En realidad no le importaba el hecho de llevar uniforme, al menos le quitaba de pensar en qué ropa llevaría al día siguiente, sin embargo, el color aguamarina, por muy bonito que fuera, no pegaba absolutamente nada con el marrón caoba que se extendía en forma de cuadros sobre la tela azulada.

     Venga, no seas así. —  Rogó la señora Wellington adivinando los pensamientos de su hija. — Tampoco es tan feo.
     Mamá. Gradúate la vista. — Dijo sin intención de ofender.

La Sra. Wellington suspiró con resignación.

     Sí. Para qué nos vamos a engañar. Es feísimo. — Reconoció mientras que lo alejaba de sí y lo observaba con detenimiento. — ¿Pero qué quieres que haga, hija? Éste es el que te ha tocado. Además, lo importante es tu formación académica y, según tengo entendido, va a ser una de las mejores. Así que la vestimenta que lleves da igual. Lo bueno es que todos irán igual que tú y no podrás sentirte fuera de lugar por horrendo que sea…“esto”. — Lo denominó.

Lena se encogió de hombros y, aceptando aquello como consuelo, se levantó de la cama. Después de coger el uniforme de las manos de su madre se lo colocó por encima y se miró al espejo de su habitación. Suspiró al recordar lo que le acababa de decir “Al menos no podrás sentirte fuera de lugar…” pero ¡Cuán equivocada estaba su madre!



Se miró al espejo del cuarto de baño un par de veces más. La falda le llegaba unos tres dedos por debajo de las rodillas, la camisa le quedaba muy ancha y corta, por lo que además de parecer una foca con bata de médico, se le salía por los lados y la mitad de la barriga quedaba al descubierto si levantaba los brazos, razón por la cual no pensaba responder a las preguntas que se formularan en clase. Por si fuera poco, su madre, al comprar los zapatos los había confundido con otros y en ese mismo momento calzaba una 43 de unos zapatos negros —reglamentarios— que eran de hombre. Por último su pelo, que solía ser una cascada almendrada con tonos dorados lisa y brillante, padecía de lo que se denominaba como encrespamiento. Por mucho que intentara arreglarlo, no serviría de nada.

     Estoy más guapa que nunca. — Ironizó con una sonrisa bobalicona. — Más me hubiera valido haberme quedado en casa.

Una última vez se vio reflejada en aquella superficie. Se llevó las manos a la nuca y estiró el cuello.

     Creo que me espera un día inolvidable…— Murmuró con desdén.

Salió del cuarto de baño de chicas que había a la derecha justamente al entrar al instituto, lugar en donde se había escondido por vergüenza, y comenzó a subir las escaleras con la cabeza gacha intentando que nadie recordara su cara después de que aquel espantoso día hubiese pasado. Se escucharon algunas risas y aunque Lena no levantó la cabeza, notó cómo todo el mundo clavaba su mirada en ella. Seguramente tenía la palabra novata escrita por todo el cuerpo. Se puso muy nerviosa e intentó no prestar atención en su alrededor, así que fijó la mirada en sus masculinos zapatos que se le salían al andar.


3 comentarios:

  1. sabes? es la primera vez que leo la historia (he leido tambien el prologo xD) y me parece fascinante *·* hoy no podré leer el siguiente porque ahora mismito me tengo que ir que me esperan xDD asi que te lo digo y te prometo que leere los siguiente y, como no, ahora te sigo porque sino estaria loca xD
    besus

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  2. *o* Muchas graciiias!!!
    En serio te agradezco tus palabras!!
    me hacen muy felizz!!
    1besoo!! :D

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  3. Me gusta mucho tu historia, y muy original lo de ir subiéndola por partes ^^
    voy ahora a por la siguiente parte ^^

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